lunes, mayo 16

[+] bolardos por el DC

Cuando a Enrique Peñalosa se le ocurrió poner bolardos por toda la ciudad no faltaron quienes se rasgaron las vestiduras. ¿Que cómo se le ocurría tal adefesio? sin embargo, pocos fueron los que reconocieron que aquellos troncos de concreto le devolvieron el anden al peatón y hasta protegían a los transeúntes de aquellas bestias al volante que perdían el control y en lugar de terminar contra la humanidad de una persona, destruían su carro contra el capitalino mobiliario. Se fue Peñalosa  y cada quien, según le convenía, empezó a destruir este patrimonio de la ciudad, ahora ya no hay bolardos y en cambio los carros volvieron a colonizar todo espacio disponible, el peatón perdió de nuevo su lugar, su seguridad y sus derechos.

Sí bien los bolardos pueden ser diseñados de mejor forma, su presencia se hace necesaria. Muchas de las grandes capitales los usan para dividir la calle de la acera, para invitar al peatón a usar las cebras y así no pasar por lugares que pueden poner en peligro su integridad. El bolardo es aquel elemento que hay veces necesitamos como señal para recordar cosas que deberían ser fuero del sentido común, en este caso, que los andenes son para las personas y que es allí donde el peatón debe transitar.

Coda: Esta entrada no es una invitación a votar por el papá de los bolardos, aunque en el fondo quiero que gane, eso si, que triunfe con bolardos al lado y no con el apoyo de petardos.