miércoles, septiembre 30

Nuevo funicular en Monserrate*

A fines de agosto fue inaugura­do solemnemente el funicular de Monserrate. Se ha dado término a una obra muy importante para Bogotá; la cúspide del grandioso cono de Mon­serrate ha quedado comunicada con la ciudad por un funicular de los más largos y atrevidos que existen. Mide una longitud de 800 metros y tiene una pendiente media de 80 por 100; en la mitad de la pendiente la vía tiene un túnel de 200 metros perforado en la pura roca.

El costo aproximado de la obra fue de medio millón de pesos; esta cantidad se repartió en acciones que fueron suscritas por respeta­bles firmas de la capital.

Los técnicos suizos pusieron to­da su ciencia al servicio de esta obra para darle toda la seguridad que exige este sistema de locomo­ción, pues nuestro público tiene muy desarrollado el instinto de conservación y desconfía de los tranvías que abandonan la horizonte para arrastrarse por una carrilera muy cercana a la perpendicular. Lo raro es que le cobren a uno por exponer la vida. Pero esta idea preconcebida irá pasando con los días y poco a poco nos iremos acostumbrando al funicular; llegarán días en que los niños lo tomen por un Carrousel, con subidas y bajadas, con túnel y con estaciones.

Hay dos carros de sesenta puestos que hacen el recorrido de la vía en ocho minutos; quedan, pues sin excusa los que lleguen atrasados a la misa del santuario. Con todo, el paso por el funicu­lar no es obligado; los devotos que quieran hacer la peregrinación completa seguirá dando las ochen­ta vueltas y revueltas que tiene el sinuoso camino, hoy tan pedrego­so e incómodo como en los tiempos coloniales, aunque es fama que un "Chevrolet" timoneado por Tontini hizo la ascensión del cerro en 1928, y que en el descenso no tra­jo pasajeros; lo que no se dijo fue cuántas ruedas de repuesto se em­plearon, lo que también sería un dato interesante.

Pocas personas se quedarán en Bogotá sin hacer uso del funicular para ir a conocer el santuario del milagroso Señor de Monserrate.

La sola vista del hermoso pano­rama de la ciudad y de la sabana compensa ampliamente el reduci­do precio del tiquete.

Los turistas y viajeros que ven­gan a Bogotá tienen ya otro sitio favorito para visitar con todas las comodidades del caso.

"El Boletín de La Salle", al re­gistrar complacido la terminación de esta importante obra en la ca­pital de la República, felicita muy sinceramente a todos los que con­tribuyeron a su realización y muy particularmente al Reverendo Pa­dre Ocampo, a quien cupo la hon­ra de haber iniciado la construc­ción de este primer funicular de Colombia.

*Una nota publicada en 1929 en el Boletín del Instituto La Salle - Un tradicional colegio de la capital de la república

lunes, septiembre 28

[+] quioscos para Bogotá


La preocupación por una ciudad con mobiliario digno es una de las constantes de las últimas administraciones. Esto contrasta con el poco cuidado que se tiene por el respeto del espacio público. No siempre es fácil tener un equilibrio entre tener una ciudad bonita y una ciudad ordenada.

Los paraderos (eucoles), las sillas para descansar,los quioscos, las canecas y algunos espacios para poner publicidad ya son parte del paisaje. Pero cuando se conjugará esta inversión en materiales con una verdadera política distrital de cuidado y respeto por el espacio público.

Esta administración hizo campaña con el tema de los bolardos. Pero acaso no se han dado cuenta que un bolardo es más que un pedazo de cemento. No se han dado cuenta que bolardos (un poco más estéticos) hacen parte del paisaje de casi todas las grandes capitales del mundo. Cuando los andenes volverán a ser de los peatones. Claro, esto del respeto del espacio público no es cuestión solo de la administración,también tiene que ver con la cultura ciudadana y el sentido común que cada uno de nosotros ponga y de políticas sociales que mitiguen el creciente trabajo informal

PD: Esta miniépoca electoral nos dejo otra vez la ciudad sucia, llena de propaganda política. ¿No hay una regulación para ello?, ¿igual con los letreros: se hacen planos, licencias de construcción, cursos de inglés y baile?

miércoles, septiembre 23

[+] fiebre amarilla



Una de las columnista de la revista Semana sufrió un accidente mientras iba en el taxi con su hija menor de edad. Accidente común en estas tierras bogotanas. Un caso más de la fiebre amarilla que nos invade.

Hay miles de taxis matriculados en Bogotá y miles operando ilegalmente. Al subirnos a uno de ellos encontramos a personas abriéndose paso por la vida, ya sea por opción, por falta de otra oportunidad o por unos "pesos extras" para complementar la pensión.

Encontramos conductores habladores, especialistas en deportes, chistosos, bravos, preguntones, predicadores de Cristo, amables, analistas políticos y uno que otro anarquista. Entre ellos hay muchos que son conocedores de las normas y respetuosos del peatón y los otros conductores. Pero a algunos, muchos más de los que quisiéramos, el andar diario por las calles de Bogotá, los convirtió en dueños y señores: suben extremadamente la velocidad, el zig zag es su método de manejo, se muestran amenazantes al adelantar, el peatón hace parte del anden. El semáforo para ellos es un elemento de adorno. No hay contravía para ellos. Para completar nunca tienen cambio y en algunos casos no "van" para donde uno necesita.

Es curioso observar como la mayoría de estrelladas simples tienen como uno de sus protagonistas a un "amarillo".Y desafortudamente con la llegada de los "zapaticos" y el aumento de la velocidad por su tamaño, son decenas los muertos por atropellamiento, volcadas o choques.
El taxi en Bogotá es una gran red de transporte (inaccesible para millones) y sus radioteléfonos son pieza clave para la seguridad de la ciudad pero eso si, quisiéramos un manejo implecable, ciudadano, amable y seguro. ¿Dónde está la autoridad de movilidad de la ciudad?

miércoles, septiembre 9

[+] sitios bogotanos



Nuestro DC tiene atractivos que se esconden en aquellas calles que muchas veces evitamos. En el tradicional y "residencial" barrio Santa Fe se encuentra el Cementerio Central de Bogotá. Así como otras ciudades: París, Medellín y Buenos Aires, nuestra capital tiene su propio cementerio patromonial. Un lugar donde no sólo es importante la muerte. La vida que en él se respira por la historia, las historias y los testimonios artísticos y arquitectónicos que resultan de unir el culto a la muerte, la fe y en algunos casos la supertición.

El Cementerio Central de Bogotá es un lugar que vale la pena visitar. El silencio, el viento que se cuela entra los mausoleos y las esculturas hacen de una caminata por él, un momento privilegiado para vivir otro rostro de la ciudad. Tumbas de personajes famosos y miles de ellas de seres anónimos son un buen entretenimiento para quien quiere conocer una parte de la historia de nuestra ciudad.